Extraterrestre
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Extraterrestre

El día de la matanza del cerdo es el día más ajetreado y estresante del año, y es que entre los nervios que pueda sufrir ante la muerte un niño de ocho años y los nervios de los asistentes ante la cantidad de acciones a ejecutar, se mezclan un coctel de emociones que te disparan la adrenalina.

Todo comienza con el afilado de cuchillos, la captura y reducción del animal, para proceder a su muerte, recuperando su sangre y manteniéndola en movimiento para evitar que se cuaje y así poder hacer morcillas, luego entra en juego el fuego y con él los niños esperamos las chuches que nos dan al final, y que no son otras que las pezuñas quemadas del animal, que masticamos como chicle con sabor a grasa ahumada, mientras ayudamos a limpiar las tripas en el río, para luego hacer chorizos y morcillas.

Tras el despiece y triturado o salado de carnes, la gran comida familiar con los restos del animal y con suerte algún trozo de lomo, luego a freír los restos de grasa y carne que se convertirán en manteca y chicharrones. Y en esa estábamos Maíña y yo sentados en un taburete en lo alto de la chimenea, ella revolviendo con una cuchara de madera el potaje que separaría la grasa de la carne y yo muy atento y paciente, esperando a que me contase otra historia de Rudosinda o en su caso me cayese algún chicharrón.

Rudosinda foi contactada por seres doutros mundos. -comenzó Maiña a contarme-.
Rudosinda se encargaba de la botica del pueblo desde que a la tía María la internaran en el convento, la ayudaba su abuela Runda que tenía amplios conocimientos de los remedios utilizados por sus ancestros a lo largo de los tiempos y además tenía la ayuda de Noni, un cachorro de Dark y Kay, que desde el primer día la tomó a ella como su segunda mama, en parte porque nació con muchos problemas y Rudosinda lo cuidó y mimó hasta convertirlo en un imponente lobo, totalmente blanco y de poderosas mandíbulas.

Noni no se separaba de Rudosinda y mucho menos cuando ella salía en la búsqueda de determinadas hierbas, raíces o flores con propiedades medicinales para su uso en la botica, recorriendo la ribera del río y las laderas de los montes cercanos, por eso en esta ocasión, mientras Rudosinda recogía una hojas de menta al lado de un regato, Noni se afanaba con sus pezuñas delanteras en abrir una especie de pozo.

Noni, vámonos que ya he terminado, le dice Rudosinda.
Grreourrr.
Venga vámonos.
Greourrrrrr Groumm, parece contestarle Noni, mientras acelera el escarbado.
Pues entonces me voy sola, y Rudosinda recoge la cesta, que ya estaba plena con varios tipos de hierbas y se va lentamente sin esperar a Noni.
A los pocos minutos Noni, embadurnado en barro, la alcanza y camina orgulloso a su lado portando entre sus mandíbulas algo que no quiere mostrar a Rudosinda, ya que se escapa cuando ésta intenta ver lo que tiene en la boca.

Pues vale, todo tuyo, no te lo quito… ya me enteraré.
Grreourrr.
Lo mismo te digo.
Atareada con los suministros para la botica y ayudando a su abuela Runda en la molienda de una mezcla de productos secos, Rudosinda se olvida de lo que Noni llevaba en la boca y éste aprovecha para esconderlo en su escondite favorito, bajo su propio colchón en la trastienda de la botica.

Al anochecer, una vez cerrada la tienda y mientras que Noni duerme plácidamente sobre los pies de Runda, estando ella calcetando un jersey de lana, Rudosinda se va a la trastienda, levanta el colchón de Noni y con una sonrisa recoge lo que parece una piedra de un color negro nacarado, con la superficie muy rugosa y que al tacto parece calentarse, esto la inquieta y la deja sobre la mesa, mientras la observa extrañada.

De pronto dos mundos superpuestos la botica y otro lugar completamente desconocido y extraño en los que Rudosinda parece poder entrar y salir y de hecho está dentro, está en la botica y está en ese otro lugar y alguien más está con ella, no le ve, solo le presiente entre la nebulosa que parecen desprender aquellos vegetales desconocidos y esa luminosidad especial y casi palpable en una calma y silencio dominante.

En la distancia o cerca, ya que Rudosinda es incapaz de comprender la métrica del lugar, ve a un ser que se mueve a veces lentamente y otras a velocidades impensables, ya que aparece en un lugar, antes de desaparecer completamente del anterior y escucha unos extraños sonidos, apenas una especie de murmuro metálico, que no puede asimilar, pero sí entender o al menos parcialmente comprender.

El ser está parcialmente cubierto por una vestimenta ligera e incolora casi transparente, que deja entrever una piel escamosa de un color entre verdoso y marrón azulado, con distintas tonalidades entremezcladas con brillos y mates, con la cabeza tremendamente desproporcionada en relación al resto del cuerpo, de menor tamaño y muy delgado, pero con la apariencia de un ser humano, con las manos pequeñas y los pies grandes.

Lo que más le llama la atención a Rudosinda son sus grandes y vivaces ojos, de un color negro profundo, que la miran con expresión de curiosidad y extrañeza, la nariz parece ser solo dos pequeños agujeritos y la boca una fina línea, mientras que el cráneo ovalado y de gran proporción deja entrever dos pequeñas hendiduras laterales, que podrían hacer las veces de orejas, aunque no se observan orificios a tal efecto.

El extraño ser movió sus labios como queriendo decir algo y Rudosinda entendió.

Estas aquí, le dice el extraño ser.
Ella se quedó en silencio intentando comprender, como podía entender aquellos sonidos.

¿Entiendes lo que digo?… que sorpresa… no me lo esperaba.
¿Quién eres? … ¿Dónde estoy?, le contesta Rudosinda muy alterada.
Soy Asur y estas en Mazanda, … aunque sigas en la Tierra.
No entiendo… ¿Cómo puede ser?… estamos en la botica.
Hace unos cuatrocientos años que conseguí abrir éste portal y ya pensaba que no funcionaba, pero tú pareces haber encontrado la manera de llegar.
Y… ¿Cómo lo hice?
El extraño ser se acerca a la mesa y señala la extraña piedra nacarada.

¡Lita!
Luego de sus ropajes saca una pequeña piedra gris de lo más corriente y dice.

¡Piedra!
De pronto aparece en escena Noni y hábilmente recupera la piedra de encima de la mesa y huye con ella, al tiempo que la estancia se oscurece, quedando apenas la leve iluminación de las velas de cera y dejando a Rudosinda sola. Rudosinda intenta por todos los medios recuperar la extraña piedra, mientras Noni la mira con pícara curiosidad, hasta que ella se da cuenta ya que no es la primera vez que debe esperar a una lenta digestión, para poder recuperar algo.

Tú ya sabes que al final la recuperaré, le dice a Noni, mientras que él gruñe ligeramente.
A la mañana siguiente Rudosinda consigue recuperar la piedra a la que el extraño llamara lita y tras una concienzuda limpieza se dirige con ella a la trastienda, seguida en todo momento por Noni, que no ceja en su empeño por recuperarla.

Coloca la piedra sobre la palma de su mano notando su calor y al poco aparece esa otra estancia de ese otro mundo, se adentra en ella y nota la densidad del aire y la alta concentración de humedad en el ambiente.

Está en una especie de sala circular semejante a una cúpula de cristal, a su izquierda ve lo que le parece un cuadro de cristal negro y al verlo una fuerza invisible la coloca ante él y al poco la sigue Noni con cara divertida.

Parece que los deseos se cumplen aquí al instante, solo pensé acercarme a ver y ya estaba aquí –murmura intentando no ser escuchada-
Groummm –le responde Noni-
Si, ya sé que te parece divertido, pero iremos con cuidado.
Acerca la mano a aquél cristal negro y éste se ilumina y le habla.

Bienvenidos invitados… Asur no está, pero me ha dado instrucciones por si venían.
Rudosinda se quedó pasmada pensando en qué tipo de brujería sería aquella.

Deben esperar a Asur, es muy peligroso salir.
¿Por qué es peligrosos salir?, -le pregunta lita a aquella máquina que le hablaba-
Su entrada es ilegal, podrían ser retenidos para investigación o desechados como virus.
¿Desechados?
¡Eliminados!.
Noni no parece estar de acuerdo en quedarse encerrado en aquella cúpula, con la cantidad de jardín que se ve fuera y su pensamiento le traslada inmediatamente fuera, lo mismo le ocurre a Rudosinda que con solo pensar en recuperar a Noni se ve de inmediato en el exterior.

Debemos controlar nuestros pensamientos, ya que parecen cumplirse de inmediato.
Grreourrr.
Ya, tú como si nada.
La belleza que les rodeaba les liberó de sus preocupaciones, el cielo les mostraba dos planetas muertos a poca distancia, como la luna pero mucho más cerca y un sol brillante un poco más alejado.

Uno de los planetas parecía con actividad y los dos se quedaron perplejos viendo como lo que parecían naves pero sin velas, circulaban entre ellos.

Rudosinda decidió entrar y preguntarle a aquella pantalla y de inmediato sucedió.

Necesito información del lugar.
Estáis en Mazanda.
Si eso ya lo sé, necesito información sobre Mazanda.
Mazanda es un planeta ciento veintiséis con treinta y dos veces más grande que la tierra, es semigaseoso, es decir que el núcleo del planeta está compuesto por un gas pesado llamado Calenda y éste gas se filtra por la gran cantidad de grietas de la corteza e inunda el ambiente con la particularidad que regenera las células, dando una esperanza de vida superior a los mil años terrestres.
Ante esta situación el consejo de ancianos decidió imponer cuotas de maternidad, por lo que está prohibido tener hijos sin el permiso adecuado.
Mazanda tiene dos lunas y un sol, el sol es el que nos da la vida y las lunas todos los minerales necesarios para la supervivencia.
La vivienda habitual es la cúpula, dentro de ella y en sus aledaños está controlada la estabilidad corporal, fuera de éstas zonas se deben utilizar exoesqueletos adecuados a cada circunstancia.
¿Estabilidad corporal?, -pregunta Rudosinda-.
Es necesario, debido a la fuerza de gravedad del planeta.
¿Por qué nos movemos tan solo con pensarlo?,-pregunta Rudosinda-.
El poder mental está vinculado al poder que emana del consejo de ancianos… ALERTA LEGAL…ALERTA LEGAL… Prepárense para retención policial, -la pantalla comienza a emitir un pitido de alarma, mientras que el jardín se ilumina extraordinariamente y tras un leve zumbido, se escuchan pisadas muy sonoras como de algo muy pesado.
Rudosinda puede ver asombrada como dos máquinas de unos tres metros de altura de apariencia humanoide, pero totalmente metálicas acceden a la cúpula.

En el interior de aquellas máquinas pudo observar rostros similares al que ya conocía de Asur y de una de ellas salió la voz tranquila y relajante que le dijo.

Están retenidos por la autoridad policial, serán llevados ante el consejo de ancianos… no opongan resistencia.
Rudosinda pensó que no le sería difícil soltar la lita y reaparecer en la Tierra, pero temía que Noni no la acompañase y decidió seguir a aquellas máquinas, que por lo que le había dicho la pantalla, debían ser policías dentro de exoesqueletos.

Salieron al jardín y fuera les esperaba lo que parecía una nave sin velas. A indicaciones de los policías entraron y se acomodaron en suaves sillones de piel, que medio les envolvieron ajustándose a sus medidas y manteniéndola tanto a ella como a Noni cómodamente sujetos.

La nave se elevó como si levitase sin apenas sonidos, salvo un leve zumbido más suave que el de una abeja y al pronto alcanzó tal velocidad, que apenas se podía observar nada del exterior.

En apenas unos minutos la nave desaceleró y pudieron ver que se acercaban a una gran cúpula de cristal o algún material similar, accedieron al interior de la cúpula por un portal que se abrió automáticamente y tras bajar de la nave, los policías les acompañaron a una gran sala.

En la sala se encontraron con Asur, que estaba sentado ajustadamente a uno de aquellos sillones que ya conocían de la nave, parecía que los sillones estuviesen preparados para evitar fugas o quizás fuese para evitar la fuerza de la gravedad, a Rudosinda no le importaba, estaba alucinando con todo lo que veía, pero a Noni tal ajustamiento no parecía gustarle nada.

Asur, ¿Qué haces tú aquí?
Mantente en silencio, por favor, -le contesta Asur-.
Frente a ellos sobre un estrado una fila de sillones que tan solo se diferenciaban de los suyos, porque estos tenían un color traslucido y tras ellos una pantalla gigante que reflejaba la imagen de Rudosinda y Noni en la tierra. Rudosinda estaba atónita, era como verse en sueños, mientras que Noni intentaba zafarse de aquel sillón a mordiscos.

De pronto los sillones fueron instantáneamente ocupados, por seres de apariencia similar a la de Asur, pero mucho más envejecidos y de la pantalla gigante salió un pequeño pitido y una voz que dijo –AUDIENCIA PÚBLICA- de inmediato los asientos tras ellos y los de los laterales se llenaron de seres que curiosos en silencio total observaban a Rudosinda y a Noni, como si de un espejismo se tratase.

Éste consejo recomienda desconexión total, para Asur y los terrestres, ¿alguna oposición?-dijo el que parecía presidir la mesa-.
Rudosinda se fijó en que Asur palideció ante las palabras que escucharon y eso hizo que comenzase a preocuparse.

¡Me opongo!, -dijo uno de los seres del estrado, mientras los demás le miraban extrañados-
Daremos entonces la palabra a Asur, para que se defienda, los intrusos no tendrán ese derecho. –responde el que parece presidir-.
Asur se levanta e inclina la cabeza en señal de respeto, ante el tribunal del consejo de ancianos.

Soy el único culpable de los hechos y pido para mis invitados la libertad y el retorno a la Tierra.
Eso no sucederá, los hechos son los que son y tenemos plena conciencia de ellos. -dice el presidente-.
Sí, me declaro culpable… pero ellos no deben ser castigados, ha sido mi inconsciencia la que ha creado el portal, a sabiendas de que estaba prohibido y que incumplía nuestras leyes.
Él no quis… -Rudosinda intentó defender a Asur, pero a un gesto del presidente su voz quedó silenciada ya no pudo decir nada a pesar de intentarlo-.
Sentenciamos desconexión total para los tres acusados, en dos días.
¡Protesto!, -dijo el que se había opuesto-.
Anotamos su protesta, llévenselos a la sala de espera.
Un ligero murmullo, alguna mirada de pena y los invitados a la vista fueron desapareciendo tal y como habían aparecido, tras ellos se fueron los del consejo de ancianos.

Los policías acompañaron a Asur, Rudosinda y Noni, a una sala totalmente blanca con cortinajes traslucidos desde la que se podía observar un exterior verde, lleno de plantas y flores de todo tipo y colores, pero de tamaño exageradamente grande.

Siento mucho haberos metido en todo esto… lo siento de verdad, -dijo Asur-.
No tienes que sentirlo, nosotros hemos venido por cuenta propia, ahora solo tenemos que ver la forma de salir. –le responde Rudosinda-.
No es posible salir de aquí… no, no lo es… Es rotalmente imposible.
¿Qué nos harán?
Desconexión total.
¿Qué significa eso?.
¡¡MUERTE!!.
Muy lejos de allí en una botica de Padrón. Runda había dado aviso a su marido Caesar y éste a los padres de Rudosinda, Sinda y Antonio, que preocupados observaban lo que parecía cosa de brujería en la trastienda de la botica.

Hacía varias horas que no sabían nada de Rudosinda y conociéndola no era eso lo que les preocupaba. Les preocupaba que al mismo tiempo en la trastienda, se solaparan imágenes de un lugar desconocido.

¿Qué hacemos?, -dice Runda-.
Entraremos Sinda y yo, mientras vosotros esperar por si necesitamos ayuda, -dice Antonio, mientras que Kay y Dark los padres de Noni se adelantaban-.
Con solo ver la pantalla, se encontraron ante ella y ésta comenzó a hablarles.

Bienvenidos invitados, Asur no es…. -De pronto un pitido de alarma y- ALERTA LEGA… ALERTA LEGAL… prepárense para retención policial.
Al mismo tiempo dos policías entran en la sala, Sinda y Antonio deciden mantener la calma mientras se quedan alucinados mirando aquellas extrañas máquinas.

Están retenidos por la autoridad policial, serán llevados ante el consejo de ancianos… no opongan resistencia.
Los dos levantan las manos en señal de rendición y siguen a los policías, junto con Kay y Dark a la nave, ya dentro de ella a una señal de Antonio los dos lobos derriban a uno de los policías, mientras que Antonio agarra fuertemente la cabeza del otro consiguiendo que el exoesqueleto se abriera liberando al ser.

Ahora sí iremos con ustedes… pero cuidado, a la menor señal de peligro sabrán lo violentos que podemos ser, -les dice Antonio, mientras el ser le mira aterrorizado y su compañero en el suelo no está mucho mejor, con las fauces de los lobos ante él-.
No parecen peligrosos Antonio, – dice Sinda-.
No, no lo son, solo la apariencia del traje metálico que llevan, pero no están acostumbrados a la violencia… ¿verdad amigos?
No, en Mazanda no hay ningún tipo de violencia,-le responde uno de ellos-.
Bien,-les dice Sinda-, entonces llévennos ante mi hija y Mazanda seguirá sin violencia.
Nosotros solo podemos llevarles ante el consejo.
Pues ante el consejo carajo… pero rapidito. –les dice Antonio-.
La nave se elevó y Antonio pudo comprobar que iba más que rapidito.

Llegaron a la cúpula del consejo, pero ésta vez los escoltados eran los policías, a los que les habían retirado los exoesqueletos y al lado de Antonio, parecían dos fideos verdes, de tan delgados que estaban.

Al colocarse ante el estrado, comenzaron a aparecer los ancianos del consejo y el presidente dirigiéndose a los policías les dice.

Déjennos solos, -y éstos avergonzados asintieron con una ligera inclinación de cabeza y se retiraron de la sala-.
¿Dónde está mi hija? –le grita Sinda al presidente del consejo-.
Su hija ha entrado ilegalmente en Mazanda y ha sido condenada a la desconexión total.
¿Y eso que significa?, -pregunta Antonio-.
¡Muerte!, -dice el presidente-.
Entonces Antonio intenta avanzar hacia el estrado, pero una fuerza invisible se lo impide.

Tomen asiento, -les dice el presidente y al instante esa misma fuerza invisible coloca a Sinda, Antonio, Dark y Kay en los cómodos sillones, que se ajustan a su medida impidiéndoles cualquier movimiento.
Y de la pantalla gigante salió un pequeño pitido y una voz que dijo –AUDIENCIA PRIVADA-.

A diferencia de antes, ahora no había público.

Éste consejo recomienda desconexión total, para los terrestres, ¿alguna oposición?-dijo el presidente-.
¡Me opongo!, -dijo el mismo miembro del estrado que se había opuesto anteriormente-.
Los terrestres no tienen derechos en ésta sala, sentenciamos desconexión total para los tres acusados, en dos días.
¡Protesto!, -dijo el que se había opuesto-.
Anotamos su protesta, llévenselos a la sala de espera.
Entraron ésta vez una docena de policías pertrechados en sus exoesqueletos y acompañaron a los sentenciados a la misma sala en la que estaban Rudosinda, Noni y Asur. Mientras que el presidente del consejo comentaba con el resto. –La profecía debe cumplirse- y el miembro que se había opuesto le respondía –Ante todo y por nuestra propia existencia-.

Rudosinda y Asur estaban recostados en unos cómodos sofás de piel conversando, cuando de repente se abren las puertas de la sala y aparecen los policías con Sinda, Antonio Kay y Dark.

¡Papa…Mama!, -gritó Rudosinda mientras se levantaba y tiraba a los brazos de sus padres, al mismo tiempo en que los lobos lamian profusamente a su cachorro y Asur dejaba caer una lagrimita de sus grandes y profundos ojos-.
Rudosinda le presentó a Asur a sus padres y le explicó todo lo sucedido hasta entonces y Sinda preguntó a Asur.

¿Cómo podemos salir de aquí?
¡¡Imposible!!, -le contesta Asur, negando a la vez con la cabeza-.
No es imposible, solo tenemos que convencer a los policías, seguramente sus amigos ya le han hablado de nosotros,… ¿verdad amigos?, -dijo Antonio, mientras apretaba los puños notando el estremecimiento de los policías dentro de sus exoesqueletos y ellos se colocaban cerca de las paredes mientras parecían ajustarse los trajes metálicos.
Un leve sonido de apertura de puertas y todos giraron la cabeza, para ver como un ser de aspecto femenino, medio asomaba la cabeza y pronunciaba el nombre de Asur con gran ternura. Asur se incorporó y con mirada melancólica y evidente rubor dijo: -Luar-.

Los policías más cercanos a la puerta sujetaron de los brazos a la recién llegada, mientras ésta se retorcía intentando zafarse.

En ése momento Rudosinda introduce su mano en el bolsillo de la capa y acaricia ligeramente la pluma que siempre lleva con ella.

¡SENTAOS!, -grita Rudosinda dirigiéndose a los policías y éstos como absorbidos por un poder total, quedan automáticamente sentados como en estado catatónico.
La sala alcanza una luminosidad extraordinaria, mientras que Asur y Luar se estremecen en un largo beso y ella le muestra una llave maestra.

Luar nos trae la llave que nos permitirá salir de aquí, pero, ¿qué hacemos luego?… ¿dónde vamos?, -dice Asur-.
Nos vamos a casa, -dice Antonio-.
Si, iremos a tu cúpula y desde allí a casa… vosotros nos acompañáis y luego ya veremos, -dice Rudosinda-.
Desde la sala del consejo, los ancianos miraban la pantalla, desde la que no se habían perdido nada de los sucedido y mostraban todos una ligera sonrisa de satisfacción, mientras los terrestres en compañía de Luar y de Asur, cruzaban los portales de la sala del consejo en una nave policial.

En la cúpula de Asur, éste se afanaba en los preparativos, para cerrar el portal definitivamente, eliminando así, toda posibilidad de regreso a su planeta y adentrándose en una aventura desconocida en un planeta totalmente distinto al suyo.

Rudosinda, por favor dame tu Lita, -y al dársela, la frotó ininterrumpidamente contra su piedra, alcanzando éstas con el frotamiento altísimas temperaturas, mientras se fusionaban la una con la otra-.
Ahora cerrar los ojos y agarraros los unos a los otros, sentiremos una sacudida y el portal de Mazanda desaparecerá, quedándonos nosotros en la tierra.
Así lo hicieron y tras una pequeña sacudida las paredes de la trastienda de la botica comenzaron a visionarse, mientras que las de la cúpula de Asir, se desvanecían.

Runda y Caesar que esperaban acontecimientos tras la puerta de la trastienda, entraron a repartir abrazos con su familia, mientras los lobos salían corriendo de la casa, contentos de estar en su tierra y de poder aliviarse, ya que en ése planeta no se habían atrevido a hacerlo.

Tras unas horas de descanso y sentados a la mesa, planeaban cómo hacer para que Asur y Luar no fuesen vistos, ya que ello tendría consecuencias impensables.

Tenemos una finca en el monte para los días de caza y ahora misma está vacía, el capataz que la llevaba se fue hace meses a las Américas, era un tipo un poco loco y nadie se acercaba por allí, puede ser un buen lugar para que se establezcan, -dijo Antonio-.
Me parece bien, y yo pediré al señor conde que proteja ése lugar, me debe algunos favores, -dice Rudosinda-.
Bien, pues si estáis de acuerdo lo haremos así, pero por precaución deberéis haceros pasar por el capataz, vestir sus ropas etcétera… el hombre se llamaba Manolo González, diremos que sigue en la finca y que se ha traído una novia de las Américas. –dice Antonio-.
Todos se dieron cuenta de la palidez de Luar y Asur y extrañados les preguntaron. Asur tras recuperarse de la sorpresa les cuenta la historia de Mazanda.

En la memoria colectiva, lo que vosotros llamarías historia, los Mazans veneramos a nuestro fundador llamándolo “El Elegido” y se nos presenta como un ser luminoso carente de físico y de sexo, que como un ser humano cualquiera cohabita en el planeta Tierra hasta que una visión le hace localizar la gran “Lita” y con ella alcanzar la sabiduría y poder que le haría construir una nave intergaláctica que con el tiempo le llevaría a trasladar de la Tierra a Mazanda a los supervivientes de una gran catástrofe en la Tierra…-les cuenta Asur-.
El nombre del elegido era Manolo González, -les dice Luar-.
Y todos se quedaron pensativos ante tal revelación. ¿Cómo les resultó tan fácil escapar? ¿Sería Asur el elegido o lo sería alguno de sus descendientes? ¿Y las diferencias en el espacio tiempo? ¿Cómo encontrar la gran lita? ¿…? ¿…?, demasiadas preguntas a las que ya tendrían tiempo de contestar, ahora la sopa estaba tan buena que era pecado dejarla enfriar y todos se concentraron en ello, Asur y Luar a sorbitos pequeños con cara de satisfacción, los lobos a lengüetazo libre, salpicándolo todo y los demás curiosos y satisfechos de estar juntos en el mismo planeta.

Finalmente cayeron muchos chicharrones, y yo que siempre he sido de mucho aprovechar, además de un zampón, me notaba pesado y le di un besito a Maiña para irme a la cama.

vai vai mañá os chicharrones faranche chorar
Se case non comín, avoa
FIN

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